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Jubilarse…¿para descansar?

7 de enero, 2025


Se tiene la idea de que cuando uno se jubile podrá, al fin, descansar y dedicarse solamente a disfrutar de la vida, ya sin horarios que cumplir.

Después de toda una vida laboral, sin duda que un retiro suena más que merecido.

Sin embargo, es fundamental tener en cuenta que perder esos roles que se cumplían antes de la jubilación ocasiona duelos difíciles de tramitar.

Dejar de ser el proveedor en la familia, o bien el gerente, el supervisor o cualquier título que se tuviera en el lugar de trabajo puede representar una pérdida muy significativa. Además, junto con esos roles, también se pierde la convivencia con los compañeros de trabajo, el reconocimiento por los logros laborales, entre otras cosas que suceden durante la vida profesional.

Y si bien cuando una persona se jubila puede dedicar tiempo a algún hobbie o afición, de ninguna manera un hobbie sustituye el título en algún puesto laboral.

Por otra parte, hay investigaciones que demuestran que considerar que los viejos desean descansar es más bien una falacia contemporánea, según lo señala Krassoievitch (1993). La mayoría de las personas ancianas desea seguir activa, si la salud se lo permite.

Además, en condiciones de salud, sin importar la edad, todos los seres humanos buscamos estar activos y tener metas que nos motiven. Cuando se carece de estos estímulos puede surgir aburrimiento, irritabilidad o frustración.

También es importante señalar que no surgen cambios de personalidad cuando se envejece, como se piensa. Los ancianos no se vuelven malhumorados, desconfiados o avaros, al menos no más de lo que hubieran sido antes. En todo caso, son las nuevas circunstancias las que pueden generar en ellos frustración o irritabilidad, como se mencionó antes.

Ni tampoco se afecta la creatividad con los años. En la creatividad intervienen la imaginación, el sentido del humor, un deseo de cambio, entre otros factores, y nada de esto se pierde con la edad. Hay muchos ejemplos de personas ancianas conocidas que mantuvieron su capacidad creativa hasta el final de sus días, como Carlos Fuentes, José Saramago y Ernesto Sábato, que siguieron escribiendo hasta el último día de su vida. Picasso siguió activo hasta los 92 años. Edgar Morin, filósofo francés autor del concepto de “pensamiento complejo”, sigue activo a sus 103 años de edad.

Por supuesto, la sociedad no siempre ofrece las oportunidades para que los ancianos se mantengan productivos. Por lo que es indispensable recurrir a sistemas de adaptación para sobrellevar estos factores psicosociales.

En próximas entregas abordaré las cinco fases de la jubilación que plantea Robert Atchley, entre ellas la fase de “luna de miel”, que se caracteriza por ese periodo de euforia que invade al jubilado por su nueva libertad de tiempo y espacio.


Mtra. Elia Olvera Martínez


Referencias

Krassoievitch, M. (1993). Psicoterapia geriátrica. Fondo de Cultura Económica.

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