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Consumo de drogas. ¿Puede prevenirse?

Para la gran mayoría de padres de familia, la posibilidad de que sus hijos desarrollen alguna adicción despierta una enorme preocupación.


¿Cuál es la mejor manera de prevenir el consumo de drogas? ¿Por qué ninguna campaña contra las drogas parece lograr su objetivo?


En su libro “Las plantas del diablo” (2019), Mario Domínguez Alquicira, psicoanalista, maestro en filosofía social y especialista en adicciones, explora de manera exhaustiva el curso que las adicciones han seguido a lo largo de la historia, así como su inclusión en el cine y la literatura.


Este análisis profundo y sensible descansa en una perspectiva psicoanalítica, lo que permite mirar el tema de las adicciones desde otro lugar, uno en el que la droga no ocupa el lugar central, sino el sujeto.


¿Qué significa esto? En términos simples significa que cuando se piensa en las adicciones, se pone énfasis en las drogas y sus efectos, y se pierde de vista el sufrimiento de quien consume. Suele creerse que lo que busca una persona adicta es el placer, pero lo que predomina es una necesidad compulsiva de consumir determinada sustancia, y detrás de esa necesidad ya no hay ningún placer. Hay sufrimiento.


Lo mismo sucede con las curas de desintoxicación, después de las cuales se observan tasas importantes de recaídas porque se deja de lado al sujeto. Es decir, no se explora qué lleva a la persona a consumir, qué función cumple la droga para ella. ¿Está huyendo de un vacío o tratando de aliviar un estado depresivo?


En un intento por alejar a sus hijos de las adicciones, el primer impulso de los padres es prohibir el consumo de cualquier sustancia adictiva. Quizá les adviertan a sus hijos de sus efectos nocivos o los amenacen con algún castigo si se atreven a probarlas.


Sin embargo, se sabe que lo prohibido es lo que más atrae. Basta con iniciar una dieta para que los alimentos no permitidos se nos antojen más que nunca. Como lo señala Domínguez Alquicira, cuando se nombra lo prohibido, de alguna manera se insinúa que ahí puede encerrarse un disfrute mayor que el que se encuentra en todo lo que sí está permitido. Por lo tanto, muchas veces la prohibición solo despierta la curiosidad.


Por otra parte, como lo señala el autor, no es la sustancia en sí misma la que explica la adicción, sino lo que hay detrás del consumo. ¿Qué función cumple la droga para la persona que la consume? ¿Qué significado tiene?


El autor pone énfasis en que, si bien las drogas son condición necesaria para la adicción, no debe dejarse fuera la vida psíquica del sujeto. Señala que hay personas que experimentan con drogas sin volverse adictas, por lo que considera necesario distinguir entre uso, abuso y dependencia, y así poder determinar la intervención pertinente en caso necesario.


Estos planteamientos ponen en evidencia que lo que está siempre en el centro es el sujeto. Como lo señala Domínguez Alquicira, sustancias que generen adicción siempre las ha habido y las habrá, pero es la persona la que puede convertirlas en una droga.


¿Qué hacer, entonces? El autor, en sus distintos seminarios sobre el tema de las adicciones ha destacado la importancia de aumentar los factores de protección y reducir los factores de riesgo.


¿Cuáles son los factores de riesgo? Pueden ser muchas las problemáticas que desencadenen estos factores, y dependerá de las circunstancias y el entorno de cada persona. Por ejemplo, depresión, ansiedad, descuido o abuso en la infancia, presión de los grupos de amigos, alejamiento de los padres, violencia intrafamiliar, entre muchos otros.


¿Cuáles son los factores de protección?


Estos factores de protección se basan principalmente en una motivación interna. Y en este sentido, habrá que estimular en los hijos el desarrollo de proyectos, aficiones, sueños.


Coincidiendo con Francoise Doltó, pediatra y psicoanalista francesa, Domínguez Alquicira sostiene que más que prohibir, habrá que mostrar interés en los jóvenes y en lo que los lleva a consumir la droga.


Es importante señalar aquí que informar no basta para prevenir. Todos sabemos que las sustancias adictivas tienen efectos adversos, pero eso no es suficiente para no consumirlas.


Por otra parte, el autor también resalta la importancia de desarrollar habilidades sociales, cognitivas y emocionales, como la de tener un pensamiento crítico y asertividad. Poder decir “no” sin sentirse culpable.


Y, sobre todo, poder tener un sueño, y trabajar para lograrlo.


¿Qué significa lo anterior? Cuando se tienen proyectos, sueños, hobbies, a ellos les destinamos nuestra energía e ilusiones. Y, como consecuencia natural, ya no queda tiempo para actividades de riesgo.


Por último, si bien es importante estar alerta a cualquier indicador de consumo, hay que cuidar que esta actitud no se convierta en una cacería de brujas. Más bien, dejar la puerta abierta para que el joven se acerque y establecer un puente de comunicación y confianza. 


Si bien hay un impulso a querer controlar en extremo a los hijos, es fundamental confiar en ellos.


Referencias


Domínguez Alquicira, M. (2019). Las plantas del diablo. Un recorrido a través del cine, la literatura, el psicoanálisis y la filosofía. Ediciones Navarra.

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