Adolescencia, la serie

2 abril 2025
Adolescencia, la serie
[Advertencia. Este artículo contiene detalles de la trama que pueden ser spoilers para quienes aún no ven la serie.]
¿Los padres de Jamie habrían podido evitar el dramático suceso?
Adolescencia, que acaba de estrenarse en Netflix y ha alcanzado un éxito inusitado, aborda un tema extremadamente sensible: un chico de 13 años de edad apuñala a una compañera de escuela y es detenido de una manera aparatosa en su propia casa, ante el espanto de su familia
Esta trama nos impulsa a reflexionar sobre los efectos de las redes sociales en los adolescentes, y también nos lleva a preguntarnos sobre el papel de los profesores, la sociedad en su conjunto, la familia y, en particular los padres, en la prevención de sucesos como el mostrado en la serie. Sin duda, esta responsabilidad no recae en una sola variable; más bien se trata de una suma de factores, cada uno con un determinado peso en cada circunstancia individual.
Una tarea fundamental de los adolescentes es buscar una identidad propia, que va de la mano con un proceso de independización respecto de los padres y en el que las redes sociales tienen una influencia cada vez mayor.
Por otra parte, para muchos padres es difícil encontrar el tiempo y la disponibilidad emocional para estar con sus hijos. Están cansados, agobiados por el trabajo, o bien tienen problemas de pareja o sufren depresión o ansiedad.
Esta distancia entre adultos y jóvenes se manifiesta aún más cuando se trata de las redes sociales. Esto se muestra con mucha claridad durante la conversación entre el inspector Bascombe y su hijo Adam, quien avergonzado de que su padre no entienda el uso de Instagram ni el significado de términos como incel y manosfera, se los explica y le deja ver que la investigación no avanza por este desconocimiento. Bascombe, asombrado, le dice a su hijo que no entiende nada y le pide que le explique más.
En esa búsqueda de identidad, propia de la adolescencia, hay circunstancias en las que los chicos se sienten frágiles, como en el caso de los rechazos amorosos. Y las redes sociales pueden potencializar esa fragilidad al exacerbar rivalidades y envidias que, a su vez, pueden provocar vergüenza o culpa y llevar a los chicos a defenderse de estas emociones mediante resentimientos o venganzas.
Muchos padres quizá se estén haciendo una pregunta similar a la que da inicio a este texto, ¿los padres de Jamie habrían podido evitar el suceso? ¿Qué pueden hacer ellos mismos para no estar nunca en una situación semejante?
En primer lugar, podemos preguntarnos si los papás están obligados a conocer términos como incel y manosfera, o bien, si tendrían derecho a inmiscuirse en las redes sociales de sus hijos y transgredir su privacidad.
Considero que más que esto, habría que estar atentos a sus variaciones emocionales, que pueden manifestarse en la forma de aislamiento, tristeza, irritabilidad o pérdida de interés en las actividades que solían disfrutar.
Pero, también, habría que poder confiar en los hijos y en sus capacidades, así como en su sentido crítico. Y esta confianza de los padres en los hijos y de los hijos en ellos mismos y en los demás se va construyendo desde la infancia. Cuando un niño fracasa en algo y se siente triste, el adulto puede escucharlo con sensibilidad, sin reproches ni discursos moralistas. Mostrarle que, aunque en esta ocasión fracasó, habrá muchas otras ocasiones en las que le irá muy bien porque tiene muchos atributos y cualidades. Este reconocimiento de su valía, así como el amor y la confianza que le demuestran sus padres harán que el niño se sienta valorado y sostenido para superar sus fracasos y confiar en sus capacidades.
En la infancia, desobedecer a veces es necesario para conquistar la autonomía, pero el niño tendrá que reflexionar sobre dicho comportamiento y asumir los riesgos, como el de ser regañado por sus padres. Los adultos deberán acompañar a sus hijos en este proceso, porque los niños tienen el deseo de pensar por sí mismos y volverse independientes. Y esto implica, algunas veces, que cuestionen reglamentos o prohibiciones exageradas que les imponen los adultos. Los adultos habrán de sostener este ejercicio del sentido crítico frente a actitudes autoritarias.
¿Hay algo que pueda hacerse ya en la adolescencia? Por supuesto. A pesar del cansancio y las preocupaciones, todavía queda la posibilidad de un acercamiento emocional con los hijos, de estar atentos a sus estados de ánimo. Vale la pena el esfuerzo, porque es solo mientras crecen y se hacen adultos. Pronto se irán. No es un esfuerzo permanente.
Hay dos escenas que pueden ilustrar lo anterior. Una de ellas es el final de la conversación entre Bascombe y Adam, cuando el inspector le pregunta a su hijo. “¿Te afectan estas cosas de Instagram, hijo? ¿Estás bien?” El hijo responde, nunca me llamas “hijo”. Todo esto revela un acercamiento entre ellos, un interés que le demuestra su padre en saber si él también se ve afectado por esta red social. El hijo responde, “uso Instagram, pero nunca publico nada”.
La otra escena es la reflexión que hacen los padres de Jamie al final de la serie cuando, ante la pregunta de Debbie, “¿deberíamos haber hecho más?”, su esposa le responde: “Creo que sería bueno que aceptemos que quizá deberíamos haber hecho más”.
Referencias
Dolto, F. (1990/1984). La imagen inconsciente del cuerpo. Editorial Paidós.
Herbert, M. et al. (2025). Adolescence. Warp Films; Netflix.
Tió, J. (2024). Emancipación 4.0. Las servidumbres involuntarias. Una reflexión sobre las dificultades contemporáneas del proceso emancipatorio en la adolescencia. Aperturas Psicoanalíticas, (75), artículo e2. http://aperturas.org/articulo.php?articulo=0001278